lunes, 8 de agosto de 2011

Innovación, ¿Quiénes son los Líderes?

Los países cuyas economías están fuertemente basadas en la innovación, han elevado en mayor grado los niveles de vida de sus habitantes y seguramente lo seguirán haciendo, con respecto a aquellos que basan su crecimiento y desarrollo económico en otros paradigmas. La importancia del tema, es cada vez mayor y llama crecientemente la atención en las agendas de gobernantes, la academia, los empresarios y el público en general.
Muchos países han ingresado a la economía de la innovación con distintas intensidades, situaciones y estrategias. Una constatación tiene amplia aceptación en los distintos casos, la existencia en ellos de políticas implementadas que han tenido un carácter nacional, en donde el juego de los mercados se fue empalmando con los aspectos institucionales.

La innovación, que defino como la explotación exitosa de una nueva idea, tiene factores que la impulsan, que varían según los países, sectores y tiempos. Entre otros: niveles de gasto en Investigación y Desarrollo (I+D) donde Israel muestra niveles bien superiores al 4% del PIB, niveles y estrategia de educación y de entrenamiento de la fuerza de trabajo, beneficios fiscales, atracción de talentos, derechos de propiedad intelectual, demanda, apertura al comercio internacional, nivel de emprendedurismo y posicionamiento frente al riesgo y el financiamiento.
La innovación redobla su importancia en un mundo impregnado de cambios súbitos, con nuevas formas de hacer negocios y de coexistencia social. Las teorías imperantes -en muchos casos- ya no explican fenómenos nuevos, no previstos y sus modelos no tienen una adecuada predicción. Akerlof y Kranton (1), salen de los paradigmas económicos convencionales y resaltan el papel que las identidades toman, en la toma de decisiones económicas.

Asimismo, los modelos económicos tienen, en general, como supuesto implícito la existencia de confianza, tanto sea interpersonal, como grupal o sistémica. Este supuesto es desafiado por la realidad, en un contexto de complejos cambios de valores. Pascale y Pascale (2), tratan el papel de la confianza en los resultados de la aplicación de políticas económicas.

En estos cambios se destaca la presencia determinante de nuevas potencias, como China e India. Hacia 2020, India será la tercera economía del planeta, y Brasil tendrá una economía mayor que el Reino Unido, Francia o Italia.

En este cuadro en constante evolución y a veces no predecible, las políticas de innovación se hacen cada vez más imprescindibles. Trae al recuerdo a Charles Darwin cuando señaló: "No son las especies más fuertes las que sobrevivirán, ni tampoco las más inteligentes, sino aquellas que puedan adaptarse mejor al cambio".

En este nuevo mapa económico, ¿cuál es la situación de China en la innovación? Suele señalarse que esta última, se concentra en lugares específicos, como Beijing, Guangzhou, Shanghai y Shenzhen, basándose en notorias destrezas y bajos costos, y que la nación esta lejos de tener una cultura basada en el conocimiento y la innovación. A este respecto, es útil recordar que, a fines de los años setenta, Deng Xiaoping convocó a Robert McNamara, presidente del Banco Mundial. El propósito de ese nuevo relacionamiento, no era financiar obras de infraestructura, sino internarse en el conocimiento. Fue un gran acierto de Deng, quien recibe ideas de economistas, incluso de severos críticos de las economías centralmente planificadas, como Janos Kornai. James Tobin, introdujo la importancia del lado de la demanda. Douglass North, alumbró sobre economía institucional. North, hasta hoy asesora a China. Sería un error mayor, cualquier subestimación. Deng señaló: "estamos cruzando el río, escuchando las piedras". Tomaban conocimiento y luego actuaban en función de su realidad.

Muchos, en el error, creen que para la innovación, India solo es Bangalore, centro de las tecnologías de la información, de la industria pesada y aeroespacial o, Chennai por el comercio.

Hace décadas que miles de jóvenes chinos e indios estudian en excelentes universidades de Occidente a nivel de doctorado difundiendo luego, el conocimiento en sus países.
Otras naciones más pequeñas han hecho notables adelantos en la economía de la innovación, como Singapur, Finlandia, Suecia, Dinamarca, Corea del Sur, Australia. Se señala a veces, que está concentrada en rubros muy específicos. En efecto, son líderes en varios sectores, pero debe tenerse presente la determinación de pasar a economías basadas en el conocimiento en pocos años. Allí, los efectos de spillovers son factibles. Finlandia, luego de los cambios políticos y económicos en la ex Unión Soviética a fines de los años ochenta, decidió transformarse en una economía del conocimiento.
Estados Unidos, sigue liderando en amplitud y profundidad, en términos generales, el mapa innovador y de generación de conocimientos. Algunos síntomas, empero, de un enlentecimiento del dinamismo innovador parecen evidenciarse. El presidente Obama en su discurso de enero al Congreso señaló: "Mantener nuestro liderazgo en investigación y tecnología es crucial para el éxito de Estados Unidos. Pero si queremos ganar el futuro -si queremos innovación para generar empleos aquí y no afuera- debemos ganar la carrera de educar a nuestros niños."

Los problemas internos de Estados Unidos y algunas de sus políticas hacia la innovación (es el país 17 entre los miembros de la OCDE en beneficios fiscales para I+D), se neutralizan con su excelente respuesta emprendedora, con inusual capacidad para transformar una innovación en una empresa de rápido crecimiento.

Europa aparece con situaciones disímiles pese a su larga tradición en ciencias. Inglaterra es muy buena en biotecnología, como Italia en tecnología y diseño. Sin embargo, la opinión de consenso es que en Europa, una suerte de reacción de tipo "neo Luddista" ha acaparado a los actores cruciales para ingresar decididamente en la economía de la innovación. Algunas marcadas rigideces en los mercados de factores no pavimentan adecuadamente el camino a estos cambios.

La innovación como paradigma de crecimiento y desarrollo, para ser efectiva tiene que cruzar los más diversos sectores y transformarse en parte de la cultura nacional de los países.

La mayor parte de los índices globales de innovación, suelen distinguir entre los insumos para la innovación y el resultado obtenido en esa área. En general, entre los primeros diez países se encuentran -dependiendo del indicador utilizado- Dinamarca, Singapur, Finlandia, Estados Unidos, Canadá, Suecia, Holanda, Reino Unido, Suiza, Israel, Japón y Alemania. Se mantienen en estas posiciones, con tendencia relativa declinante.

Una segunda observación que surge de estos índices, es el crecimiento sostenido que muestran en ellos, China, India, Australia, Nueva Zelanda y Brasil.

En algunas áreas se concentra hoy día la innovación "para el mundo". Entre ellas, las TIC, la nanotecnología, la biotecnología, las fuentes de energías limpias y renovables y la robótica.

Estados Unidos está bien posicionado en TIC y biotecnología, Japón en baterías y autos híbridos (energías limpias), Alemania y Japón en robótica, Reino Unido en biotecnología. En nanotecnología, no aparece claro aún el liderazgo.

En suma, los países más innovadores están estabilizados o con relativa declinación, y nuevas economías emergentes como China e India crecen, no solo en tamaño sino en su endogeinización del paradigma innovador. Habrá una "próxima convergencia", al decir de Spence (3). En décadas venideras, se pondrá a prueba nuestra capacidad de creatividad, solidaridad y empatía, para administrar esta convergencia y, no oculto mi interés ni mi optimismo en este proceso.

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